viernes

2018 05 18 Crisis de fe


DIFERENCIA DE PRIORIDADES
Buenas tardes. Soy una mujer de 29 años, el próximo año me casaré con mi novio con quien llevo 5 años de relación y nos llevamos muy bien excepto cuando se trata del aspecto espiritual. El es un cristiano devoto y trata de vivir su vida haciendo a Dios y su palabra (la biblia) el centro y motor de su vida, yo soy católica no practicante y nunca me interesó demasiado conocer a Dios o vivir según lo que dice la biblia, pero desde que estoy con mi novio, he cambiado bastante porque le di la oportunidad de hablarme de su fe, pero las discusiones que hemos tenido siempre han sido porque yo cuestiono su fe o lo que dice la biblia o porque no me intereso mucho en estudiar las escrituras y no entiendo por qué hay que seguir ciertos mandatos. Al principio discutía más pero opté por no llevarle la contraria y guardarme mis juicios para no entrar en conflicto con él y en algunas cosas he terminado por estar de acuerdo con él, incluso acepté absteneros de intimidad hasta el matrimonio, pero siento que nunca voy a poder poner a Dios como el centro de mi vida, como mi novio quisiera, porque me importan más las cosas tangibles y mundanas y no veo como puede alguien confiar en una entidad que no ve y puede que ni exista. Como lo veo, tengo dos opciones, o termino pensando como él y haciendo lo que él hace y convertirme en cristiana devota (cosa que ahora mismo no me interesa demasiado y además causaría problemas con mi familia que es católica), o termino mi relación porque él no puede aceptar simplemente que eso no es lo mio y respetarlo, si no que su misión es hacerme tan devota como él y para él es algo indispensable para formar un matrimonio exitoso. Entiendo que sus intenciones son buenas, él siente que es su deber como cristiano llevarme a ser cercana a Dios y le preocupa más mi salvación espiritual que nuestra vida en la tierra. El caso es que yo no quiero dejarlo, lo amo y siento que será buen esposo y por todo lo demás nuestra relación está de maravilla, pero este tipo de diferencias nos pueden traer conflictos en nuestra vida diaria y los planes futuros, como por ejemplo la última vez que discutimos fue por que él quiere dar el diezmo, el 10% de nuestros ingresos a su iglesia y a mi me parece un desperdicio de recursos pudiendo usar ese dinero para nuestra familia. Entonces quisiera saber qué tan saludable es para mi seguir moldeando mi carácter para acomodarme a mi pareja, si no llegaré a resentirlo más adelante y cómo manejar las situaciones delicadas con él para que entienda que necesito tiempo e ir a mi propio ritmo, o si será necesario que le diga que tal vez nunca llegue a pensar igual que él, bajo riesgo de que decida terminar conmigo. ¿Se puede tener una relación exitosa en estas circunstancias? Gracias.


Querida amiga, una relación de pareja basada en el sometimiento radical de uno al otro, perfila a que las cosas estarán siempre en función de uno, no de los dos. Es casi como tener que renunciar a ése que soy… o a lo que  puedo ser en la vida si se la construyera en función de la maduración natural que supone el compartir y crecer juntos, sacar sus propias conclusiones, cometer errores y corregirlos, etc.

Para entrar en una relación de pareja con futuro saludable importa mucho tener fe en sí mismo, en la vida, en donde la espiritualidad fluya sostenida por la confianza en la bondad de nuestros actos y no en la rigidez en el cumplimiento de pautas que no terminamos de asumir.

Es necesario que exista la tolerancia y el respeto por las diferencias y no el tener que someterse al otro. Las cosas pueden ser viables hacia una maduración como pareja si es que el respeto por el otro existe.

En ese sentido va el enunciado de mis comentarios… No tienes suficiente fe en ti misma y no logras tenerla en tu pareja, más allá de reconocer de que se trata de una persona buena y bien intencionada.  Eso te pone en la coyuntura que tendrás que decidir: ¿estás preparada para una futura convivencia en la que el otro tiene todo el poder…? ¿podrán ponerse de acuerdo a partir del sentido común? ¿Cual será tu rol como madre y esposa…? ¿Entrarías a una cofradía religiosa con esas características por propia iniciativa?  ¿No basta que respetes su filiación sin tener que compartirla en el mismo nivel? 

Estas son preguntas que te haces y te cuesta reconocer que algo en ti se resiste y que probablemente no termina de ceder. 

Queda pendiente, para tu propia vida, el poder manejarte con más libertad, con más valor para sostener tus propias ideas, para ser tú misma, más allá de lo que quieran que seas, no solamente tu pareja, sino, también tus padres o la sociedad en general. Debes atreverte a ser singular, diferente, a romper con la búsqueda de una zona de confort que “te proteja de todo mal”.  El precio parece muy alto.

Decisión difícil, pero hay que tomarla… No te atemorices por tus 29. Da más temor embarcarse en un compromiso que esté marcado por la tortura del sometimiento y el “deber”. Se puede ser muy espiritual sin ser militantemente religioso… Pero es tu decisión…

¡Suerte!



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