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2017 05 23 ¿Temor al compromiso o temor al castigo?

Buenos días. Mi consulta es la siguiente: Un amigo mio y yo os vemos muy poco, y las pocas veces que nos vemos él coquetea mucho conmigo. Él problema es que una vez que nos separamos él me rechaza y me promete que no volverá a suceder. Esta situación de ha ocurrido ya en varias ocasiones y ha llegado a un punto tal que no sé como interpretar su actitud. ¿Por qué me lanza la caña, si luego cuando se la recojo y surge lo que tenga que surgir, me rechaza y me dice que fue un error?


Estimada(o) amiga(o):

Me parece bastante posible hacer una lectura de su parte: “esta persona, que hace siempre lo mismo, tiene sentimientos contradictorios”. De esto, surgen dos vertientes: una, es entender cuál es el conflicto de él; y, la otra, es por qué juega usted el juego de ser seducido (pescado) para luego encontrarse con una suerte de culpa o arrepentimiento, que deriva en distanciamiento temporal.

Me parece que es un juego del que los dos participan y, como no sabemos más sobre los motivos de su amigo (puede ser que tenga miedo al compromiso, a convertirse en “el pescado”, que tienda a culparse porque siente que está mal lo que hace, que existan problemas emocionales infantiles no resueltos, etc.), resulta más conveniente fijarnos más en usted, en sus propias motivaciones para participar en este juego particular de seducción… 

¿Está usted repitiendo algo que forma parte de su experiencia pasada? Por ejemplo, en relación a la presencia y ausencia en sus relaciones tempranas... ¿la mamá que está, pero que es inconstante e incierta en su relación con usted…? ¿O una oculta atracción incestuosa hace que la culpa aparezca y se de el apartamiento de lo actuado-prohibido. 

En todo caso, tiende usted a jugar un rol pasivo, “el me lanza la caña”. Creo que, a estas alturas del partido, conviene que usted ocupe un lugar más activo en el juego para que no continúe este sentimiento de incertidumbre. Es así como es.  Jugamos a que somos y no somos… Otra posibilidad de ser activo(a) en esta situación, es definir si es o no un juego que quiere jugar.

En la vida nos enfrentaremos alguna vez con el reto de ser nosotros mismos los que decidimos lo que queremos y lo que somos. Eso conlleva renuncias, a veces penosas pero necesarias. Hay que asumirlas si es que es el sentido que queremos darle a nuestras vidas. En la capacidad para la renuncia encontramos el camino a la libertad y a la plenitud. Obviamente, ayuda también el hacer, lo que hagamos con conciencia de lo que implica, así, no nos sentiremos víctimas de nadie, solo dueños de nuestras propias decisiones.
Por cierto, importa saber qué es lo que pasa en el otro, eventualmente la comprensión permite una mayor estabilidad en la relación, por lo menos, el problema del otro quizás no me cause la misma perturbación que si lo ignoro y solo lo actúo, entrampándome en un rol (como en este caso, de víctima) sin muchas posibilidades de influir en un sentido positivo para el otro y para mí.


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