Mi estimado doctor:
Siempre suelo darle una ojeada a los casos que se presentan en este blog, bastante interesante, unos más que otros a decir verdad.
Me causa curiosidad y una gran interrogante que en varios de sus casos presentados, aparece algo así como la "dependencia emocional" y usted hace referencia a vacíos personales que se tratan de llenar por algún tema no solucionado de la niñez en particular.
Me llama poderosamente la atención dos referentes: uno, el de hombres que tienen hasta tres hijos de compromisos diferentes y dos el de mujeres que por mas que este tipo de hombres puedan atormentarlas están ahí y ahí detrás de ellos.
Explíqueme por favor, su opinión me sería de gran ayuda.
Siempre suelo darle una ojeada a los casos que se presentan en este blog, bastante interesante, unos más que otros a decir verdad.
Me causa curiosidad y una gran interrogante que en varios de sus casos presentados, aparece algo así como la "dependencia emocional" y usted hace referencia a vacíos personales que se tratan de llenar por algún tema no solucionado de la niñez en particular.
Me llama poderosamente la atención dos referentes: uno, el de hombres que tienen hasta tres hijos de compromisos diferentes y dos el de mujeres que por mas que este tipo de hombres puedan atormentarlas están ahí y ahí detrás de ellos.
Explíqueme por favor, su opinión me sería de gran ayuda.
Que bueno que le dé una ojeada a mi blog.
Dependo de su mirada y de las de quienes me hacen, además, alguna consulta.
Gracias por eso.
Trato de decirle que todos dependemos, en
grados variables, de los demás. Hay una satisfacción emocional cundo el objeto
de nuestra dependencia nos corresponde y suma a nuestro sentir la satisfacción
de existir.
Un nivel saludable de dependencia es aquella en la que el otro no
es indispensable para el bienestar de uno, es cuando las relaciones se
sostienen con libertad y cabe la noción de deseo más que la de la necesidad.
Cuando, por cualquier razón de fallo de
suministro afectivo en la infancia más temprana, la persona queda marcada por
una sensación de vacío, los vínculos futuros quedarán interferidos por una
sensación de necesidad de posesión, de control o de perentoriedad por la
presencia del otro. Es como si se reprodujera la ausencia de la mamá de un niño
muy pequeño que inmediatamente se siente en el desamparo más grande. En estas
circunstancias, más cercanas al temor o el espanto, una persona se aferra
irracionalmente, incluso a personas que le hacen daño o la perjudican. Suele
ser que se parecen a quienes, en el origen, la maltrataron.
Otros casos organizan mecanismos de toma
de distancia casi automática. Cada vez que sienten que la dependencia empieza a
tener lugar en sus vidas, no toleran la cercanía de la pareja y menos aún cuando
aparecen los bebes. No toleran que los necesiten. Sienten pavor ante la
fragilidad ajena que los compromete. Por supuesto que no siempre el otro
realmente los jaquea con sus demandas; ellos lo sienten de manera exagerada,
aunque no deja de ser una observación frecuente que justo se busquen parejas
que dependan de ellos a las que luego no toleran o maltratan.
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