viernes

2010/10/13 Deseo… de ser escuchada

Mi querido doctor: Le escribo con una inmensa tristeza y deseo de poder ser escuchada, tengo un hijo maravilloso, soy una profesional, pero mi relación de pareja fracasó cuando descubrí que me engañaron, el problema es que desde hace tres años que ocurrió eso, no he podido perdonar de corazón, deseo hacerlo, deseo cerrar ese capítulo en mi vida, pero envidio la felicidad de mi ex y eso me hace sentir profundamente triste, ya que de verdad no le deseo mal, solo es un deseo inmenso de poseer aquello que él tiene y que yo soñé algún día para nosotros: una familia, mas hijos, una pareja. ¿Es normal la envidia después de tanto tiempo? Yo aún lo amo doctor, ha sido muy difícil dejarlo, digamos que en realidad hace unos meses nos separamos completamente, él es bastante complicado, e inmaduro. Usted es mi luz doctor, deme una respuesta, deme una señal de que lo que me ocurre pasará algún día, ya no quiero vivir así.


Querida amiga,

Hay un deseo de ser deseada, de ser acogida. Deseo de vivir... Juguemos un poco con las palabras y sus sentidos. Me ha llamado la atención las varias veces que pone en su misiva la palabra “deseo”. Está llena de deseos y eso es una fuerza muy grande a la hora de emprender los cambios a los que nos urge la vida.

No siempre partimos de las condiciones deseables y tenemos que adaptarnos a lo que nos tocó. Lo que tiene ahora por delante es volver a empezar donde la historia se interrumpió. Es indudable que podemos rehacer nuestras vidas. Para eso sirve el deseo.

Prolongar la tortura de una relación que resultó engañosa es, posiblemente, prolongar las razones mismas por las que esta relación no anduvo. En eso, la idea de aferrarnos a nuestra pareja suele ser un incentivo para que ésta se aleje, para que nos maltrate, para que nos mire con desdén, mientras crecen en nuestro interior sentimientos confusos, entre los que la envidia nos hace sentir que él tiene algo mejor que nosotros. Nada más falso. Deje de reprocharse por lo que ha ocurrido. Perdonar no sólo es amnistiar la falta del otro, es, fundamentalmente, perdonarnos a nosotros mismos.

Nada hay más liberador que perdonarnos. Nos abre el mundo. Hemos sido educados para una unión “para siempre”...  Por eso, a veces, nos sentimos culpables, pensamos que hemos fallado. Otras veces, esto es consecuencia de que nuestros padres se separaron y nos prometimos que nosotros nunca íbamos a hacer lo mismo… Cualquiera que sea la historia, nada va a cambiar lo ocurrido; y, lo que toca ahora, es recomenzar. Su deseo tendrá que encontrar alguna opción…

Que no sea obstáculo su “maravilloso” hijo. No se sienta mal ante él por tratar de rescatar a la mujer que aún desea vivir. Es posible, incluso, que una nueva pareja, más madura, brinde estabilidad al hogar. No se sienta mal si él sigue queriendo a su padre. Lo más importante es que usted se recupere y esté bien ante él, que se sienta segura de usted misma y que él sienta esa seguridad (pero, no lo haga “por él”).

Lo que nos lleva a aferrarnos no es el deseo, es la necesidad. Eso nos torna irracionales y pensamos que no hay otra opción… Pero, ya usted ha llegado al límite. Tome la decisión. Respire hondo y empiece de nuevo, con paso firme. Todos se sentirán mejor (yo también).  Espero que esta nota la anime, cuénteme como le fue en unos 6 meses.

P:D: Si siente que le es muy difícil, acuda a un psicoterapeuta, aunque sea unas pocas veces.

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