viernes

2010/06/29 Atrapada en mi isla

Hola, soy de Argentina y buscando en la web algún sitio que me ayude a entender la vida mediocre que llevo me encontré con este sitio.  No sé como expresar todo lo que me pasa, y de hecho si pudiera y contara con los medios volaría a Perú a verlo personalmente, pero eso es imposible.
Soy una mujer de 48 años que vive sumida en una soledad que ya asfixia, tolero un medio y entorno que no logro comprender, añoro cosas imposibles como por ejemplo tener una familia unida y afectos sinceros, sufro en mi trabajo cuando veo que la competencia y la hipocresía son puntos prioritarios, me condeno cuando pienso que he vivido siempre esperando la aprobación de los demás para hacer lo que realmente deseaba, me maldigo cuando pienso que me he privado de decir lo que realmente sentía, etc, etc...
Hoy lo que más me duele es haber llegado al punto de odiar mi vida y desear que se termine, pero lo peor es que ni siquiera tengo el valor de terminarla porque le temo al dolor...
Si tengo que definir mi estado diría que, estoy parada en una pequeñísima isla en medio del océano y no veo un horizonte de tierra firme donde escapar. Para colmo todos dicen que estoy deprsiva y se alejan, hasta mis hijos lo han hecho. Es verdad, estoy depresiva y pedí ayuda, grité que necesitaba afecto, pero nadie lo aceptó. Hoy entiendo que si no recibí ayuda ha de ser porque soy una porquería en el mundo y por eso me dejan de lado, el problema es que si soy una porquería lo acepto, puede ser así, pero lo que me duele aceptar es que nadie quiere entender que si no soy lo que quieren que sea, no es culpa tan grande para que me condenen a una soledad tan cruel.
Puede que mi comentario sea confuso, lamento eso, no encuentro la manera de expresar breve toda la porquería de existencia que ha sido mi vida, si me otorgaran un deseo inmenso, pediría desaparecer del mundo ya.


Cuando era muchacho, solía fantasear con vivir en una isla, de repente a la manera de Robinson Crusoe. Tener un compañero como Viernes... También, por entonces, Tarzán era otro ícono… pero, a él lo acompañaban Jane, la naturaleza, los animales… en medio de esos vínculos indestructibles y fantásticos con los que uno se siente el rey…Creo que así he caminado en la vida, ora deseando retirarme a una isla protectora, ora queriendo encontrarme con mi Jane y los animalitos incondicionales.

Mi querida amiga, hay mucha amargura en usted. Se está maltratando. Su llanto y dolor son un paradójico intento de calmar un dolor de ausencia, de soledad. Pero la misma amargura no permite que el portador de la pócima calmante llegue lo suficientemente cerca y a tiempo como para que usted lo acepte.

Está demasiado mezclado su grito de llamada con el de la rabia de estar siendo abandonada o incomprendida. Es posible que ya no sepa si está llamando o espantando: está usted muy confundida. Es así que no se sabe bien si el resto se aleja o usted se retrae. Lo que es visible es que está en un torbellino vertiginoso sin control ni dirección.

Pareciera que no quiere seguir viviendo así pero, en su confusión, está usted pensando que eso equivale a no querer vivir… lo cual no es lo mismo.

He dedicado casi toda mi vida a trabajar desde los principios del psicoanálisis y creo que es algo que ayuda. Pero, esta ayuda requiere que uno tenga la suficiente capacidad de “resetearse”, la suficiente motivación para reformular su sentido de la vida, de enrumbar por la ruta que nos propongamos; en principio, retomar la senda de sentirse bien.

Ocurre que, en los últimos años, he aprendido bastante de las neurociencias como para saber que con el tiempo se instala en las personas una alteración neuroquímica que necesita ser atendida con fármacos; se trate de depresión o de un jaque que nos hace el miedo a la vida. Si ya está fuera de control, es necesario tomar algún medicamento. Esto disminuirá la intensidad de las emociones desencadenadas, paso indispensable como para hacer una psicoterapia. Es eso lo que le puedo sugerir.

Cuando uno está deprimido y más aún cuando está ya agotado por las tensiones de la vida tiene poco impulso para hacer los movimientos adecuados… Pero ¡ojo! está buscando ayuda de alguien que está a miles de kilómetros… quizás a suficiente distancia como para frustrarse de que no la pueda atender… o quizás a suficiente distancia como para poderme oír… No lo sé. Lo que sé es que necesita ayuda.

También sé que en Argentina hay excelentes profesionales (me formé allá) que la pueden ayudar, igual o mejor que yo. Todo depende de que tome la decisión de darse el espacio, de hacer la conexión… Como en los comerciales: “¡Llame ya!” Créame que habrá alguien dispuesto a escucharla y acompañarla en esta búsqueda de estar bien.

Mejor si consulta primero a un Psiquiatra; o, a un Psiquiatra que, a la vez, sea psicoterapeuta… Anímese…
Cuénteme como le fue, en un mes. Le deseo lo mejor.

Dr. Pedro Morales

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