viernes

2010/04/08 La condena del silencio

Hola... es difícil hablar o escribir de algo tan delicado como es una violación... hace tiempo que sufrí esta situación que marcó mi vida... fui al medico ni bien pasó todo me acompañaron mis padres y el que ahora es mi novio... por mi carácter en ese tiempo yo FINGÍ estar bien, no hay otra palabra, quería que mis padres no sufrieran más y que mi novio lo superara mucho mas rápido con el paso del tiempo fui tratando de pasar las cosas y olvidarlas, pero el miedo aun me carcome dentro, fui violada por un hombre que se hizo pasar por taxista, y me siento horrorizada cada que subo a una movilidad extraña... por otra parte aun en la intimidad con mi pareja no puedo concentrarme relajarme porque imágenes tormentosas pasan y repasan por mi mente, con lo que me paso ya mi pareja sufrió mucho no quiero hacerle mas daño. Siento a veces que todo recién me va a explotar... no aguando mi garganta se hace un nudo con frecuencia y llorar no es parte mía, tengo mucho atorado en el pecho en silencio.

A mi anónima consultante: 

Una violación no es precisamente “un detalle menor” en nuestras vidas. Desde sí conlleva un importante potencial traumático. Pero, siempre tenemos que considerar una serie de factores que contribuyen a favor o en contra de la superación del problema.

En su caso, usted misma describe que su carácter tiene peculiaridades que derivan incluso en simular que no pasa nada, que no hay problema, empieza más a preocuparse de los demás que de sí misma. Cuando uno emprende el camino de la simulación, se condena a una pérdida de libertad y la espontaneidad queda yugulada. Muchas cosas se quedan allí donde usted las señala, en la garganta, en el pecho, en el cuerpo. Todo se torna tenso y la necesidad de control predomina al punto de que cualquier cosa se convierte en una preocupación.

Lo que describe pareciera corresponder a una forma de comportamiento marcada por la exigencia de ser perfecta o, por lo menos, de no ser mala, de tratar de satisfacer a todo el mundo, pero más por el temor a ser criticada o no querida. Diría que le falta una confianza básica en sí misma y/o en los demás. Nadie la juzga de manera más dura que usted misma. ¿No le parece que ya ha sufrido bastante con su condena de silencio?

El problema, cuando esto ocurre, es que el tiempo se detiene en aquel escenario que no se modifica. No se renueva su vida, no se enriquece con lo nuevo. El único juez que sostiene el criterio de su condena es usted misma y no hay otra consecuencia que la reiterada negación del indulto. No hay lugar para una comprensión ampliada de lo que le ocurre. Queda así atrapada en su subjetividad.

Creo que en su caso hay mucho por elaborar, ese carácter del que habla (¿orgullo?... ¿temor?... ¿verguenza?) que ha impedido por tanto tiempo que sea usted una persona espontánea, como para permitirse llorar o gozar de su sexualidad, para aceptar que puede ser querida, como para compartir sus debilidades y necesidades de apoyo. Me parece dramático, en cualquier caso, el no poder hablar.

Este es su momento, es momento de hablar, es momento de descomprimir esa mochila ya demasiado pesada. Consideremos que esta consulta es un primer paso hacia una psicoterapia. Comprenda que no hay peor condena que la de no poder hablar, los contenidos que uno no expresa crecen a la manera de un tumor y terminan por ahogar el disfrute de vivir.

La violación ha sido un incidente importante pero no olvide que la adversidad que se logra enfrentar adecuadamente casi siempre resulta en un fortalecimiento de la persona que la sufrió. Para eso necesita modificar algunas pautas en su posicionamiento en la vida; la más importante, por ahora, es la de no poder hablar sinceramente del tema, no poder compartirlo con alguien que la ayude a ampliar su mirada de las cosas, su mirada de sí misma.

No deje pasar más tiempo, no sea usted ahora la que prolonga la condena del sufrimiento y de la impotencia. Empiece una psicoterapia. Estoy seguro que la van a ayudar mucho más de lo que imagina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En primer lugar Doctor le agradezco por haberme respondido y ayudado a hacerme reflexionar con su respuesta. Le habla "locamente enamorado" como Ud me ha llamado y me parece que me describe muy bien.
Le comento que ya no pude màs y la invitè a salir a esa mujer que me quita el sueño y que ha llegado a mi vida haciendome reflexionar sobre mi mismo y como Ud dice darme cuenta que tengo muchos vacìos, quiza no lo hacìa porque no me sentìa motivado, pero ahora siento que me ha entrado ganas de mejorar de emprender cosas que ya las habìa hecho a un lado como estudiar y tener mi propio negocio. La invitè a salir hace tres dìas, conversamos bastante me sentì muy relajado muy feliz de tenerla junto a mì, aunque claro como amiga aùn, produjo en mì esa sensaciòn de libertad de tranquilidad de espontaneidad que no lo experimentaba hace mucho tiempo, ella me inspira la confianza necesaria para sentirme asì. Le preguntè como una mujer tan guapa y encantadora puede estar soltera, me dijo que no le gustan los hombres con vicios ni celosos, yo no tomo ni fumo pero con ella sì serìa celoso, aunque recièn la estoy conociendo apostarìa que es una mujer honesta y no tendrìa por què dudar de ella, pero ya me da como celos al pensar que ella tenga pretendientes en su trabajo, por què siento eso?, como Ud me respondiò en mi consulta anterior quizà tenga algunas inseguridades sobre mi mismo pero con todo sigo adelante con esto porque estoy cautivado por ella, es tan segura y madura en lo que habla, su forma de hablar a diferencia de la mìa que es un poco ràpida, la de ella es màs bien pausada pero con vitalidad, dulzura, espontaneidad que la hacen ver como una jovencita. Mi consulta es que prometì a mi hija llevarla a los juegos para este fin de mes, no sè si estè yendo muy ràpido pero quiero invitarla a ella para que conozca a mi hijita, cree Ud que sea buena idea, no quisiera hacer nada que pudiera entorpecer acercarme màs y hablarle de mis sentimientos, porque siento que la amo y que no puedo vivir sin ella.