viernes

2013/10/16 Un consejo, hasta de un conejo

Hola Doctor,
Me sorprende que exista un blog de este tipo, una sorpresa grata. "Grata" en tanto alegría y en tanto gratitud.
Hay varias cosas que planear, empecé a escribir al primer impulso, veamos.
Bien, ya que usted es terapeuta le hablaré de que he tenido experiencias no-gratas con los terapeutas.
Por un lado recuerdo algún "señor" que parecía enamorado de un Jacques Miller (incluso me sé el nombre de tanto que me mostraba esos libros para tratar de justificar lo que decía)
Entonces, resulta que porque un señor en un libro decía que uno goza de sufrir entonces yo disfrutaría de mis momentos de dolor.
El otro caso es más reciente, un señor que consulté por skype, de Israel, Pablo Grosz de nombre recuerdo.
Las primeras veces le dije que se me dificultaba estar al día con las cosas y siempre dejaba alguna pequeña deuda (P. ej; siempre pago la electricidad pero a veces llevo un mes de atraso, o si acumulé algo en la tarjeta de crédito no pagué el día de corte sino una semana después, y que a veces pago muy puntual las sesiones pero en otras a veces se me acumulan 3 ó 4, que no sé porque me pasa eso)
No ví la conexión, pero Pablo me pidió que le pagase por adelantado para "ver si la transferencia me llega".
El punto es que le adelanté un dinero, luego de hablar unas veces me dije que eso no iba para ningun lado y sentí rechazo hacia él.
Salí de él, el asunto es que me robó la plata, era como 1.500 dolares de EUA
Nunca dió la cara ni atendió las llamadas, únicamente por mail tuvo el descaro de decirme que así yo "pagaba" las deudas que me negaba a pagar con la vida y otros analistas.
Que ladrón!
¿ese señor me roba descaradamente y tiene el tupé de decirme eso?
Si, ciertamente yo me confié o lo que sea, tal vez que pensé que pagar así me quitaba el asunto de la cabeza o lo que fuere.
Metí la pata.
Hay otros ejemplos con otros "terapeutas", por razones de espacio me limito a estos dos (tal vez en otro comentario aborde otras aristas)
¿mi impresión?, no noto ni mistica profesional, ni ética, ni un código de buena conducta.
Ambos casos (y otros) lo que me muestran es un asunto de poder, no de curar, ayudar, ni nada así.
Tratar de imponerle una teoria a alguien, robarle a alguien son modos de ejercicio de un poder, yo diría hasta de tratar de someter.
¿Rabia?, si, también frustración, y mucha decepción.
Supongo que le escribo porque noto una suavidad en Ud, sutileza, yo diría que le responde a la gente hasta con cariño.
Por favor deme ánimo, esperanzas y si es posible la recomendación de algún colega capacitado, responsable y que no robe (ni estafe, ni mienta, ni agreda, etc)
Gracias, y le ánimo a continuar con este blog.



Estimado amigo:

Gracias por su aliento. Qué pena lo que cuenta de sus desventuras con mis colegas, pero veo que es usted de los que perseveran en la búsqueda. Quizás de lo que se trata es de no perseverar en la búsqueda de la frustración. Es evidente también que está queriendo encontrar éso que es tan difícil, el afecto en gratuidad. (Sugiero que lea “Deuda y Gratitud”, en otro espacio de este blog). 

Lo que parece existir es un alto grado de desconfianza… O, diríamos, una necesidad de confiar que pone muchas pruebas a quien designa como posible apoyo para su proceso de destrabar esas emociones tan sensibles que no es fácil sacar a la luz y menos arriesgar en una relación.

Sí, lo animo a que siga. La perseverancia, a la larga, rendirá sus frutos; pero, tenga en cuenta que hasta la peor de las experiencias terapéuticas nos deja una enseñanza, es cuestión de ver qué aprendió uno de todo esto que es tan costoso.

Se me ocurre que para los fines y dificultades que manifiesta podría venir bien un psicoanalista o psicoterapeuta psicoanalítico relacional, interpersonal, alguien que apueste a la relación como vehículo y que no esté entrampado en teorías a las que tenga que remitirse para sostener el proceso.

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