¡Hola!
Soy una chica
que hace poco conoció un chico. Nos vimos varias veces hasta que al final
decidimos dar el paso los dos: nos dijimos que nos gustábamos y nos dimos besos
durante toda una tarde, a la vez que íbamos teniendo conversaciones, como en
las anteriores citas.
No hablamos
mucho por redes sociales (aunque cuando estamos juntos cara a cara no hay quien
nos calle), solo para encontrar un día para poder vernos, pero desde la última
vez (que fue cuando sucedió lo de los besos) no nos hemos visto más porque no
encontramos un día para poder vernos.
Él es un
chico que puede tardar días en contestar los mensajes y eso me preocupa un poco
porque pienso que ya no le intereso, aunque no quiero creer que sea así, porque
la última vez me dijo cuanto le gustaba y se veía muy sincero conmigo. No
quiero desconfiar de él, porque todavía lo estoy conociendo y empiezo a confiar
(hecho que me cuesta bastante cuando conozco a alguien). Es un chico que me
gusta mucho y me preocupa eso de no encontrar un día para vernos porque tampoco
quiero que nos alejemos el uno del otro.
Estoy un poco
preocupada y me gustara leer algún consejo.
Gracias
Es bastante
usual que, mientras menos años se tenga, es decir, mientras menor sea la experiencia en los
avatares del amor, más timidez uno tiene y más inseguridad. Ocurre que ustedes
han logrado soltarse -y mucho- en el terreno de la conversación y seguramente
en encontrar afinidades que compartir… pero, una vez que traspasaron el umbral
de la amistad pura de las conversaciones y aparecieron los besos… se
movilizaron otras emociones y, también, fantasmas y temores.
Muchísimas
veces podemos observar que, justamente, al tener mayor cercanía y más intimidad, puede haber
un movimiento hacia la toma de distancia… Puede surgir el temor al compromiso, a la
dependencia, a lo que puede uno ver como un camino a la sexualidad temida, a
vulnerar algo que concibe como prohibido, a hacerle daño al otro, a no
satisfacer las expectativas de la pareja, etc. Esto es el motor de un conflicto y
la resultante es el cambio de comportamiento o la acentuación de alguna
tendencia, como la evitación.
Esto no
quiere decir que la persona no tenga afectos hacia la pareja o posible pareja. Lo que ocurre es que se le puede estar moviendo algún conflicto y esto pone a prueba nuestra capacidad de tolerancia y entendimiento, la comprensión de lo que el otro
siente como su zona de riesgo… Esto tiene sus grados. Algunas veces la huida es total
y no hay manera de entenderlo… Es, entonces, cuando el reto incluye el rescatar nuestra
autoestima de esta paradójica reacción. Tenemos que darnos cuenta de que no es que lo hayamos frustrado, no es
culpa de nosotros… Es justamente lo contrario: se asustó porque abrimos
nuestros afectos más íntimos, nuestra ternura, y eso le hizo sentirse muy
vulnerable y desprotegido (claro, todo depende de sus experiencias del pasado, desde su infancia).
Importa, sí,
ver también que al surgir nuestra afectividad hacia otro crece la expectativa
de estar más juntos, pero a veces eso se torna muy intenso… y siempre será poco
el tiempo que podamos compartir… Podemos volvernos demandantes y posesivos y
eso asusta a la pareja, más aún si es que tiene ya miedo a la intimidad o al
compromiso…
Así es que,
amiguita, tranquila... Esta es una experiencia de vida y siempre te dejará un
aprendizaje. Observa con paciencia cómo se desarrollan las cosas, cómo
evolucionan tus sentimientos. Alimenta tu comprensión observándote a ti misma y también a él, pero, ten presente que tus expectativas pueden hacerte leer las cosas de
manera equivocada; lo que puede parecer un rechazo, de repente no lo es… Conocer al otro tanto como a ti misma es el reto a la hora de emparejarse… Si
se logra, “estarán parejos”, confiados y sostenidos por la posibilidad de
comprender lo que pasa…
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