Mi problema
es otro. Imagino que será el de muchísimas mujeres, aunque no lo digan.
Mi problema
es un absoluto desprecio, y ya odio, al comportamiento en general y totalmente
animal, de los hombres como sexo, personas. Creo que no saben que hacer con la
testosterona que les sobra.
Estoy casada
y cada día desprecio más a mi marido. Su comportamiento. He conocido otros
hombres y son iguales. Básicos, egocentristas, animales de sexo, bastos,
incultos en general, monotemático, nada simpáticos ni sensibles.
Estoy asustada
de los sentimientos que me producen. Y no se qué debo hacer para cambiar éso.
No han evolucionado nada.
Gracias
Hola…. Es evidente
que tu problema es otro… con el otro... el desencuentro con el otro… y, probablemente, contigo misma. Estás enredada en una trama difícil de destrabar. Te encuentras entre
dos tendencias que pugnan entre sí: por un lado, la búsqueda de un hombre que engrane con tu
naturaleza de mujer y como persona; pero, por el otro lado, el reencuentro de una imagen que te
has hecho de los hombres, que gatilla de inmediato tu rechazo... llegando a
sentir hasta desprecio.
Lo que
refieres sobre el final es que este estado de cosas te asusta, más aún, está echando abajo tu vida matrimonial. Resulta rescatable que te des cuenta de que algo tendría que haber cambiado… pero el problema es que este cambio no se está dando.
Vale la pena examinar tu funcionamiento personal. A veces, aunque no lo parezca, en el fondo nos invade un miedo inmenso que nos pone a la defensiva y podemos agarrarnos de cualquier motivo que lo justifique, como, por ejemplo, que los hombres somos todos iguales y solo nos interesa el sexo. Suele ocurrir que detrás de ello se agazapa una autoestima frágil, que encuentra dificultad de exponerse al otro, quien nos puede dañar muy fácilmente, más aún si somos muy sensibles… Esto nos torna intolerantes a cualquier falla o expresión que justifique nuestras tesis: “no me quieren a mí, solo quieren sexo”.
En algún pasaje, vemos que incluso pareciera que te buscas colocar por encima de ellos desde la comparación de los niveles culturales o su sensibilidad en general… Eso puede que tenga que ver con que estás ya en un nivel de pugna de igual a igual, con ánimo de vencer a un rival… o descalificarlo, hacerlo indeseable… El riesgo es que, al final, no encuentres a ése que quieres encontrar.
Ten presente que importa mucho que comprendas tu propia problemática, que salgas de esta actitud predominantemente defensiva. Trata de mirarte a ti misma y encontrar los motivos que te hacen sentir bien y aquellos que sientes como debilidades… Creo que para eso sería mejor que te asista un psicoterapeuta psicoanalítico, que te permita mirar más allá, en tus motivaciones inconscientes, explorar si tienen orígenes en tu infancia o en la forma en que se desarrolló tu sexualidad y, bueno, tantas cosas que sería bueno que revises de tu vida pasada…
Vale la pena examinar tu funcionamiento personal. A veces, aunque no lo parezca, en el fondo nos invade un miedo inmenso que nos pone a la defensiva y podemos agarrarnos de cualquier motivo que lo justifique, como, por ejemplo, que los hombres somos todos iguales y solo nos interesa el sexo. Suele ocurrir que detrás de ello se agazapa una autoestima frágil, que encuentra dificultad de exponerse al otro, quien nos puede dañar muy fácilmente, más aún si somos muy sensibles… Esto nos torna intolerantes a cualquier falla o expresión que justifique nuestras tesis: “no me quieren a mí, solo quieren sexo”.
En algún pasaje, vemos que incluso pareciera que te buscas colocar por encima de ellos desde la comparación de los niveles culturales o su sensibilidad en general… Eso puede que tenga que ver con que estás ya en un nivel de pugna de igual a igual, con ánimo de vencer a un rival… o descalificarlo, hacerlo indeseable… El riesgo es que, al final, no encuentres a ése que quieres encontrar.
Ten presente que importa mucho que comprendas tu propia problemática, que salgas de esta actitud predominantemente defensiva. Trata de mirarte a ti misma y encontrar los motivos que te hacen sentir bien y aquellos que sientes como debilidades… Creo que para eso sería mejor que te asista un psicoterapeuta psicoanalítico, que te permita mirar más allá, en tus motivaciones inconscientes, explorar si tienen orígenes en tu infancia o en la forma en que se desarrolló tu sexualidad y, bueno, tantas cosas que sería bueno que revises de tu vida pasada…
Es buen
momento para hacerlo, para reflexionar; el riesgo es que consolides la actitud
negativa en la que estás respecto a los hombres.
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